4. El intento fallido de derrotar al machismo con sus mismas armas
Los hombres encarcelados por delitos de violencia de género son el tercer grupo más numeroso en las prisiones españolas, tras aquellos que cometieron delitos contra el patrimonio y contra la salud pública. Por todo esto, cualquier análisis sobre el punitivismo en España debe abordar la cuestión del enfoque penal que se le ha dado al problema social de la violencia machista.
Si consideramos que la violencia, la jerarquía y la sumisión son valores esencialmente patriarcales, podemos afirmar sin dudarlo que la cárcel es una institución patriarcal. La cárcel se basa y fomenta una masculinidad tóxica, una manera de entender la masculinidad como puro ejercicio de violencia. La masculinidad tóxica, como construcción cultural, alimenta el sistema penal reforzando el ciclo de violencia que dice querer prevenir, y es lo que provoca que la mayoría de personas encarceladas sean hombres. Pero, dadas las carencias de nuestro sistema de protección social y la dureza de nuestro sistema penal, en España el porcentaje de mujeres encarceladas es bastante superior a la media europea (que ronda el 5%) lo cual también está directamente relacionado con las tipologías delictivas más castigadas en nuestro sistema penitenciario: delitos contra el patrimonio y contra la salud pública. Casi el 70% de las mujeres encarceladas cumplen condena por alguno de estos delitos de gravedad media (el porcentaje unificado para hombres y mujeres es del 57 %). Si en nuestras prisiones sólo estuvieran aquellas mujeres que han cometido delitos violentos (homicidio y sus formas, lesiones, contra la libertad y contra la libertad sexual) tendríamos 542 presas en vez de 3.592. De nuevo se constata que España criminaliza la pobreza, también la femenina.
Gráfico delitos violentos y no violentos de las mujeres